Y en ese instante decides ser tú, sin artificios, sin espadas clavadas, rasurándote el ombligo, sin miedos, y descubres un mundo nuevo, lejos de leones enjaulados con destinos predestinados. Decides ser tú y no hay más nadie, que esa imagen que ahora sonríe, eterna. Sin buscar, porque aquello estaba dentro. Sin apoyos externos, con tu imagen y tu reflejo.
Yolanda Del ©
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