ImaginaVital: relato breve
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viernes, 20 de enero de 2023

'El Misterio De La Mujer Zombie y el Anillo' #MYsteriolandia un relato corto de ficción

Hola seres misteriosos del mundo. Hoy he querido presentar una historia de FICCIÓN de ZOMBIES, un relato corto que he escrito para vosotros, entretenido y con muchos zombies. Espero que os guste y que os quedéis por aquí GRRRRRRR.



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Yolanda Del © (YdelPixel)

martes, 16 de octubre de 2018

El corazón de Metal. Relato breve


I
Charles Bailey sabía que no podía contar que su corazón era de metal. Temblaba cuando se quedaba a solas ya que, al estar en completo silencio, podía sentir el frío interior de un corazón helado. A sus treinta y cinco años su meta era darles calor a sus débiles latidos, buscando un poco de humanidad en las personas. En realidad, ya sabía que hacer, pues todo empieza dando el primer paso. Y los pasos eran aquellos que le guiaban en pos de la búsqueda casi enfermiza de aliento humano.
Odiaba al gato callejero que se empeñaba en colarse en casa, buscando un poco de alimento y en invierno calor; él lo despachaba con una patada o una voz. La vieja sirvienta que había permanecido fiel a su lado desde su nacimiento, llamada Margaret, se empeñaba en darle sobras a ese gato blanco con manchas marrones, con heridas de guerra de la crueldad de algunos niños.
Aquel día era poco luminoso, entraba una tímida luz a través de las viejas cortinas antes blancas, ahora grisáceas, desteñidas de tanto uso. Los nubarrones que cubrían el cielo, iban a una gran velocidad, por eso Charles, intuía el viento de la calle. Se oían sonidos de carruajes, algunos chirriantes, que iban con prisas. Los caballos corrían con brío, azuzados por voces inquietas y latigazos estridentes. Estaba claro que la tormenta que iba a arreciar asustaba a propios y extraños. Pero al señor Bailey, como le llamaba Margaret, le daban igual las tormentas. Hacía mucho que sólo salía a la calle contadas veces, imprescindibles. Normalmente, lo hacía con su imaginación, su imaginación era mágica, tan mágica, que había logrado más cosas con ella que con la acción física. Si pensaba en un té caliente, allí estaba Margaret al poco con la fina porcelana y el líquido humeante. Si pensaba en un día soleado, de manera inesperada cambiaba el cielo de color y se separaban las nubes, despejando el camino al sol. Sólo que esta magia, tenía su lado oscuro, dejaba su corazón cada vez más corto de vida, se iba convirtiendo en metal, día tras día. Había dejado casi de comunicarse, de tener un aliento cercano cariñoso que le dotase del preciado bien del sentimiento.